Tomado de imágenes de Google.
Todos los días cuando se acostaba se sentía triste porque
su color no era igual que el de todas las demás.
Una vez estuvo machacando hojas verdes, y con el líquido
se pintó, se miró al espejo y se sintió feliz, pero esa misma noche empezó a
llover, se le fue la pintura y se quedó otra vez blanca.
Al final del verano todas las tortugas volvían al mar,
tenían que atravesar una gran playa ancha con arena blanca como la nieve.
Mientras caminaba despacio y maldiciendo otra vez su
color que la hacía diferente a las demás, oyó un gran ruido, eran chillidos que
venían del cielo.
Miró hacía arriba y enseguida distinguió a miles de
águilas tortugueras, que se llamaban así por su afición a comer tortugas.
Le entró mucho miedo y metiendo la cabeza y las patas
dentro del caparazón se quedó muy quieta.
Cuando dejó de oír chillidos, sacó la cabeza, y vio que
no quedaba ninguna tortuga, todas se las habían llevado las águilas
tortugueras.
Sólo quedaba ella, ya que como era blanca las águilas no
la habían visto pues la confundieron con la arena.
Así que por el color que tanto había maldecido, seguía
viva, y además ya no era una tortuga rara ya que todas las tortugas de la isla,
o sea ella, eran blancas.
Tomado de https://www.educapeques.com/cuentos-infantiles-cortos/cuentos-infantiles-la-tortuga-blanca.html
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