Caminando
por la calle
me encontré una semillita.
Sin
saber de qué sería
en una taza la sembré.
Pasaron dos, cuatro, seis,
siete, ocho, nueve
días
pero nada renacía
en mi taza de café…
Hasta que un día,
al abuelo le conté
y él se reía,
porque agua no le eché…
Practicando cada día
el consejo del
abuelo,
me encontré
que asomaba una
carita,
luego dos, y tres
hojitas
del granito que sembré…
Tomado de Globo verde,
Víctor M.
Niño, La semillita,
Jairo Ojeda,
Presencia, 1980.
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